Andrea, 27 años, mujer autista no diagnosticada en la infancia
“Me pasé 20 años creyendo que había algo mal en mí. Que era rara, exagerada, demasiado sensible. Nadie pensó que podía ser autista porque sacaba buenas notas y ‘me portaba bien’. Me diagnosticaron a los 24, cuando ya estaba agotada, medicada y muy confundida. No necesito que me tengan lástima. Necesito que dejen de invisibilizarnos. Necesito ver cambios reales, que el sistema se transforme y que la sociedad no se queden en el ‘día azul’. Ser autista no es un problema: el problema surge cuando tengo que vivir fingiendo y haciendo ‘masking’ en una sociedad que no me acepta ni respeta.”
Elena, 34 años, madre de un niño autista de 7 años
“Cada año nos piden que nos vistamos de azul, pero ¿de qué sirve eso si mi hijo sigue sin poder ir a una escuela donde lo entiendan y lo acepten tal y como es? No necesitamos más luces ni campañas vacías. Necesitamos formación para docentes, diagnósticos tempranos sin listas de espera, terapeutas que respeten su identidad y no los quieran ‘normalizar’ con terapias conductuales tipo ABA. Mi hijo no está enfermo. Lo que sí está enfermo es un sistema que no ve el valor de su forma de ser: de su condición. Hoy no toca concienciar: toca denunciar.”
0 Comments