Mientras las leyes presumen de una “educación inclusiva” que parece seguir de moda, las estadísticas cuentan otra historia muy diferente. En 2024, miles de niños, niñas y adolescentes autistas siguen siendo expulsados, segregados o simplemente invisibilizados en sus centros escolares.

La inclusión no debería medirse por poder matricular a un niño o adolescente autista en la escuela o instituto, sino por lo que pasa una vez dentro: ¿hay verdadera inclusión? ¿Hay apoyos reales? ¿Se escucha su voz? La mayoría de las veces, no. Todo resulta una broma de mal gusto.

Los equipos docentes siguen sin formación específica. Las aulas TEA muchas veces funcionan como “guarderías” sin contenido lectivo real, útil y verificable o faltos de coordinación con el resto de terapéutas de cada alumno. Y los proyectos individualizados siguen redactados sin la participación del alumnado ni de sus familias en la mayoría de los casos. Aunque como siempre decimos el papel lo aguanta todo pero nosotros hablamos de los que pasa realmente.

El sistema te expulsa de forma sibilina cuando ignora, margina o exige que dicho alumnado “se adapte” a costa de su salud mental.

Desde AutisMap denunciamos que no hay inclusión real sin transformación estructural y sin los recursos económicos necesarios para llevarla a cabo. Y no hay transformación posible sin la participación directa de las personas autistas en el diseño del sistema educativo.

 

¡Digamos basta!

 

Equipo AutisMap