Aunque no debemos generalizar, la llegada de un diagnóstico de Autismo a una familia suele venir aparejada de multitud de complicaciones que ponen a prueba su unidad y compromiso.

Es tal la presión a la que se ve sometido el núcleo familiar que éste suele saltar por los aires y, si no lo hace, éste se ve relegado a un segundo plano precisamente cuando más se le necesita. Empezamos a ver, entonces, un desfile de diagnósticos caseros (“no hagas caso”, “verás cómo se le quita”, “vosotros lo que tenéis que hacer es esto o lo otro”, “vosotros fuisteis también raros y mira ahora” y un largo etcétera).

Raramente el entorno familiar es consciente de la importancia de su papel y suele ser muy habitual que gradualmente, al igual que ocurre con los diagnosticados TEA, se produzca un aislamiento de los padres del resto de la familia ante la falta de implicación y compromiso mostrada por ésta en cubrir las múltiples necesidades de ese niño o niña: siendo inmunes aparentemente a la presión a la que se ven sometidos el padre y la madre después del mazazo que supone un diagnóstico y en los años sucesivos.

Raramente podremos compartir con nadie lo que nos sucede, cómo nos sentimos (ni con amigos, familia, conocidos, etc). Casi todos están demasiado ocupados con sus vidas y “desconectan” inmediatamente de nuestra conversación porque se ven sobrepasados porque carecen de empatía o simplemente porque no les interesa… no quieren saber, no quieren aprender…. NO QUIEREN DESPERTAR

Es entonces cuando pasamos a formar parte de otra “familia”: de la familia de personas que viven en primera línea las consecuencias de un diagnóstico cercano y hacen suya esa lucha que, en muchos casos, da sentido a su vida. No es una familia “de sangre” pero, muchas veces, se forjan lazos muy fuertes y duraderos incluso para toda la vida, si bien, no nos engañemos, como en todas las familias hay desavenencias: unos perciben una realidad diferente, otros perciben un diagnóstico TEA como una bendición, otros con normalidad y permanecen incluso más unidos, otros defienden distintos puntos de vista, otros nunca lo superan, otros no quieren ver, otros no soportan que haya gente que quiera cambiar las cosas porque ellos no están preparados o dispuestos a hacerlo, etc, etc, etc. Pero, como dije al principio, no debemos generalizar…

Miguel de Cabo

Presidente de AutisMap

© Miguel de Cabo

Cómo citar este artículo: Miguel de Cabo, “Autismo y Familia”, en AutisMap, 10 agosto, 2016, http://www.autismap.es/multimedia-archive/autismo-y-familia/